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Escuela de cocina para confinados

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Ramón Oliver (Departamento de prensa de Aplus Gastromarketing )

Con el confinamiento a punto de finalizar oficialmente, muchos saldremos de la cueva más y mejor equipados para enfrentarnos a los desafíos de la nueva normalidad. Las semanas de encierro han servido para pulir una versión mejorada de nosotros mismos en muchos aspectos. Somos un poco más valientes, más resilientes, más realistas, más colaborativos, más solidarios y estamos mejor preparados para adaptarnos rápidamente a lo que pueda venir, sea lo que sea.  Ah, y también somos mejores cocineros.  

Sí, porque para los que, como yo, no pasábamos de primero de microondas, el estado de alarma suponía, entre otras cosas, la desalentadora perspectiva de tener que recurrir todos los días a la tiranía de los precocinados o del sándwich mixto a la plancha para sobrevivir. Afortunadamente, la imposibilidad de salir de casa para hacer otras cosas ha permitido que muchos hayamos aprovechado la parada en boxes para tomar esas clases de cocina eternamente postergadas por falta de tiempo (o de necesidad).

Poco a poco, a base de práctica y voluntad, los zotes de la cocina hemos ido incorporando recursos y platos a nuestro pobre repertorio. Que si una tortilla por aquí, que si un cocido en olla rápida por allá, que si una lubina al horno… Nada muy sofisticado al principio. Roma no se hizo en un día.

Pero esto de la cocina engancha, y a medida que nuestras primeras tentativas (con algún que otro pinchazo ocasional) iban teniendo éxito, nos animábamos con platos más complicados. Croquetas de bacalao, cachopo asturiano, arroz a banda… ¿Quién dijo miedo?

No sólo crecía la lista de platos, también lo hacían, exponencialmente, nuestras técnicas y destrezas culinarias.  De pronto, pelar, trocear o batir dejaban de tener secretos para nosotros.  Y qué decir del vocabulario. “Rehogar”, “saltear” o “sofreír” ya no eran la jerga ininteligible de unos pocos iniciados, sino que esos términos cobraban pleno sentido y se incorporaban con naturalidad a nuestras conversaciones.

Y así, poco a poco, hemos ido descubriendo la magia de los fogones y la maravillosa sensación de cocinar un plato que, no solo estaba enteramente hecho con nuestras propias manos, ¡sino que estaba rico!

Cocineros solidarios y generosos

Buena parte del crédito de estos pequeños milagros culinarios que se han producido en hogares de toda España hay que concedérselo a los muchos cocineros profesionales que durante estas semanas se han dedicado a compartir en sus redes sociales sus videos caseros con infinidad de recetas, trucos y consejos. Chefs de primer nivel, muchos con estrella Michelin, que han decidido ceder gratuitamente su tiempo y talento para mejorar las capacidades culinarias del resto de la población.  Estos genios de las sartenes han abierto las puertas de las cocinas de sus casas con el único objetivo de ayudar a que todos pudiéramos comer un poco más sano (y rico) en las nuestras.

Pescados, carnes, pasta, platos de cuchara, guarniciones, cocina de aprovechamiento… prácticamente ninguna disciplina ha faltado en este extraordinario programa de estudios. Los que somos padres de hijos en edad escolar hemos agradecido especialmente las recetas destinadas al público infantil. Los niños son unos despiadados críticos gastronómicos cuya única ventaja respecto a los críticos profesionales adultos es que a los críos siempre se les puedes amenazar con dejarles sin tele si no se comen hasta la última cucharada.

También desde Aplus Gastromarketing hemos puesto nuestro granito de arena en esta labor didáctica y de servicio social. Durante estas semanas, nuestras cuentas de Youtube e Instagram se han convertido en las aulas improvisadas desde las que profesores de lujo nos han impartido divertidas y útiles lecciones y nos han ayudado a extraer el máximo partido a nuestra compra semanal. Gracias a estas iniciativas, por ejemplo, hemos podido disfrutar de los directos en los que los cocineros de Interaceituna nos han propuesto divertidas recetas creativas basadas en ese tesoro nacional llamado “aceituna”. O hemos aprendido a preparar una deliciosa ensaladilla con la ayuda de Santi Foods. O hemos conocido los secretos de la repostería de la mano de los talleres online de la Escuela de Hostelería Arbequina.

Lo más llamativo de todo este despliegue de clases online impartidas por algunos de los mejores cocineros de España es que lo han hecho de forma desinteresada y mientras sus propios negocios permanecían cerrados y sumidos en la incertidumbre. Una muestra más de que entre la queja y la generosidad, la Hostelería siempre escoge la generosidad. Los profesionales han prestado innumerables servicios durante estos días a través de distintas iniciativas solidarias, siguiendo así con una tradición que siempre ha hecho que sea uno de los sectores más queridos e íntimamente ligado a la vida de las personas.

De alguna manera, este confinamiento ha propiciado que todos nos acerquemos un poco más a la gastronomía. Ahora, todos estamos deseando devolver a estos profesionales toda esa generosidad, disfrutando de nuevo y lo antes posible de nuestros restaurantes favoritos.

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